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  Articulo1: Desinfección del  agua en instalaciones termales.
  El sistema de desinfección  para aguas termales y minero-medicinales no siempre resulta fácil y  satisfactorio.   El  principal criterio de calidad a la hora de valorar un balneario son las  propiedades de sus aguas minero-medicinales, aunque también hay  otros aspectos como el servicio médico, el trato de los empleados o  la higiene y limpieza de sus instalaciones.   Lo más importante para alcanzar esta calidad  es el tratamiento del agua, el objetivo es proporcionar un agua sin  contaminación microbiológica sin que pierda propiedades  minero-medicinales y que sea confortable para el usuario. Este tratamiento  de desinfección es además obligatorio, ya que nos encontramos  ante el marco legislativo del RD 865/2003 por el que se establecen los  criterios de prevención y control de la legionelosis. Para ello,  existen en el mercado gran variedad de sistemas y productos, métodos  físicos, químicos y combinados, de probada eficacia y que son  usados en balnearios, spas urbanos, piscinas climatizadas y centros de  talasoterapia en toda España. A continuación, analizaremos  algunos de ellos.   Cloro   El cloro, desinfectante tradicionalmente conocido,  resulta bastante eficaz y económico para el tratamiento y  potabilización de aguas, ya sea aportado en forma de gas  disolviéndolo en el agua o bien como hipoclorito sódico  (cloro líquido), hipoclorito cálcico (cloro sólido) o  como derivados del cloroisocianurato. Los valores recomendados están  entre 0,4 y 2 ppm de cloro libre residual. Sin embargo, el cloro reacciona  con la materia orgánica del agua formando una serie de compuestos  que pueden resultar muy molestos y malolientes, como las cloraminas, que  producen el característico “olor a  cloro”.   Bromo   El compuesto más usado es el  Bromoclorodimetilhidantoina, que contiene un porcentaje de cloro (28%) en  su composición. El bromo en contacto con el agua forma ácido  hipobromoso, este producto actúa como desinfectante, oxida la  materia orgánica y destruye microorganismos y algas. Los valores  recomendados están entre 1 y 3 ppm de bromo libre  residual.   Las concentraciones de bromo alrededor de 0,5 mg/l  en piscinas pueden provocar olores desagradables y causan la  irritación de ojos y de las membranas mucosas en los  usuarios.   Además, debido a su presentación en  forma sólida, la disolución en el agua no es  homogénea, por lo que tiene picos de concentraciones altas y bajas  de producto y es muy difícil mantener un residual de bromo libre  constante.   Electrólisis de sal   Este sistema de tratamiento consiste en mantener  una cierta concentración de sal en la piscina que, al pasar a  través de una célula de electrólisis se  transformará en hipoclorito sódico, el cual actuará  como desinfectante.   Además de los inconvenientes que presenta el  uso de cloro, al tratar aguas minero-medicinales hemos de tener en cuenta  que la adición de cloruro sódico (sal) al agua, además  de aportarle un ligero sabor salado, modificará sus  propiedades.   Ultravioleta   Este método consiste en el uso de una  radiación ultravioleta la cual a una longitud de onda adecuada  penetra en las células de los microorganismos y provoca daños  en el ADN y ARN, impidiendo su reproducción. Los gérmenes  patógenos son inactivados a longitudes de onda de 245 a 285  nm.   Con este tratamiento se generan muy bajas  concentraciones de subproductos. No es nocivo, pero no deja un residual de  protección, por lo que el tratamiento resulta incompleto y es  necesaria una desinfección secundaria mediante la adición de  un biocida químico. Otra capacidad de los sistemas UV es la  eliminación de las cloraminas formadas en los tratamientos con  cloro.   Peróxidos   Es el método más novedoso. Se trata  de la misma agua oxigenada que todos conocemos, aunque en una  concentración superior a la de uso doméstico. La gran ventaja  de este procedimiento es que no deja residuales nocivos al descomponerse en  agua y oxígeno. Por tanto, se evitan irritaciones y malos olores.
  Los valores recomendados están entre 5 y 15 ppm de  peróxido libre residual. La dosificación se realiza empleando  dosificadores de líquidos y la medición de residual es muy  sencilla, mediante tiras reactivas colorimétricas. Este producto se  puede emplear también como tratamiento paralelo a otros sistemas  físicos desinfectantes como el ultravioleta.   Los más usados en  España.   A principios del año 2007 se realizó  un estudio en 34 instalaciones termales españolas a las que se  preguntó acerca del método de desinfección utilizado y  las ventajas y desventajas observadas.   Un 46% de las instalaciones estaba utilizando cloro  líquido (hipoclorito sódico) en los tratamientos de  desinfección de las piscinas. En todas las instalaciones en las que  se usaba hipoclorito, los usuarios indicaban que se notaba un cierto  “olor a cloro”. Esto es debido a la formación de  productos secundarios (cloraminas) al reaccionar el cloro con la materia  orgánica (piel, sudor, aceites, microorganismos,  etc.).   Cuanto más alta es la temperatura del agua  (34-36ºC) mayor es la cantidad de cloraminas que se forman y  además se perciben en el ambiente debido a la evaporación. Es  importante tener en cuenta que a más cloraminas en la piscina, mayor  es la probabilidad de que se produzcan irritaciones de ojos y piel en los  bañistas.   Para evitarlo, se estaban manteniendo residuales  bajos de cloro (0,4-0,6 ppm). Esto supone el peligro de que, al aumentar el  número de bañistas, disminuya e incluso desaparezca el  residual protector de cloro y favorezca la aparición de un foco de  infección o de contaminación.   Un 18% de las instalaciones encuestadas no  realizaban ningún tipo de tratamiento químico ni  físico para no alterar las propiedades mineromedicinales del agua.  Para evitar la contaminación por la entrada de bañistas,  realizan renovaciones diarias de todo el volumen de agua termal.  Además de no cumplir con la legislación, es difícil  llevar un control preventivo de legionella.   En el 12% de las instalaciones estaban usando bromo  sólido que es eficaz para desinfectar incluso a pH altos (8). Los  subproductos en base a bromo que se forman al reaccionar con la materia  orgánica (bromaminas) no producen olor en la piscina. No obstante,  estas pastillas contienen un 30% de cloro en su composición. Otro  problema es la dificultad para mantener una concentración  constante.   En otro 12% de las instalaciones estudiadas se  estaban aplicando tratamientos de electrólisis de sal en las  piscinas (el cloro desinfectante se forma a partir de sal común).  Tienen la ventaja de que no se necesita cloro líquido para su  utilización por lo que la manipulación es más segura,  pero la principal desventaja radica en que este tipo de tratamiento aporta  un ligero sabor salado al agua (4 g/l de sal).   Dos de las instalaciones estudiadas (un 6%)  utilizaban cloro en pastillas. La principal ventaja de este producto es que  es muy estable y posee efecto alguicida además de bactericida. La  gran desventaja de su utilización es que al dosificarse en forma de  pastillas de disolución lenta (al igual que en el caso del bromo)  aparecen muchos picos de producto y la concentración es  difícil de mantener. Además se forma la misma, o incluso  mayor, cantidad de cloraminas que al utilizar cloro  líquido.   Otras dos instalaciones encuestadas (un 6%) estaban  aplicando peróxido de hidrógeno en combinación con  ácido peracético en piscinas terapéuticas. La  principal ventaja para los usuarios es que ha desaparecido el “olor a  cloro”, además no irrita ojos ni mucosas.   Varios balnearios estaban aplicando tratamientos  ultravioleta a la salida de los depósitos mineromedicinales para  desinfectar el agua. Dan buenos resultados en aguas con baja  mineralización, pero en aguas de mineralización alta se  observa un “efecto pantalla” ya que las sales provocan una  disminución de la actividad del ultravioleta.   Por último se observó que ninguna  de las instalaciones   Encuestadas utilizaba cloro líquido en  combinación con tratamiento ultravioleta para desinfectar la  piscina. Dos de los balnearios encuestados (con aguas sulfuradas)  habían realizado pruebas con ultravioleta y cloro en sus piscinas,  pero desestimaron la aplicación combinada ya que se eliminaba un  porcentaje muy pequeño de cloraminas al tratarse de agua con  temperaturas altas (34-36º C). Además, los tratamientos  ultravioleta no son totalmente eficaces ya que actúan solamente  sobre el caudal de recirculación (la eliminación de  cloraminas se produce de forma puntual).   Elegir el tratamiento de  desinfección   Antes de decidir el tipo de tratamiento en una  instalación termal es muy importante poder realizar un estudio  previo en una planta piloto del sistema de desinfección, para  observar el comportamiento y la eficacia microbiológica con el agua  termal de esa instalación. En una planta piloto se representa una  instalación real a escala reducida la cual constaría  básicamente de una balsa, capaz de mantener el agua a la temperatura  deseada, con un sistema de agitación constante, recirculación  a través de chorros y/o inyección de aire. Además de  un filtro y un sistema de dosificación en continuo para los  productos que se quiera probar.   En este circuito se dispondría de varios  puntos de acceso para la toma de muestras o inclusión de otros  sistemas químicos o físicos de tratamiento del agua. Con  ello, se genera información sobre los procesos a estudio. Una vez  diseñado el sistema acorde a la instalación real, sólo  queda ponerlo en funcionamiento con el agua objeto de estudio y el sistema  de desinfección elegido.   Para cada estudio se elaborará un plan de  control y muestreo analítico, siempre supervisado por  técnicos especialistas, cuyos resultados nos informarán sobre  la idoneidad del tratamiento observado y su posible interacción con  el agua mineromedicinal.   Este tipo de estudios permiten elegir un  tratamiento de desinfección óptimo.   En las instalaciones termales y centros de  balneoterapia se está tratando aguas mineromedicinales, que pueden  verse modificadas por determinados desinfectantes químicos y perder  sus propiedades beneficiosas. En ocasiones también es posible que un  determinado sistema de desinfección pierda su eficacia en  función de algunas características del agua.   Se deberá tener en cuenta de cara a los  clientes la confortabilidad que ofrece el agua tratada con los sistemas de  desinfección, la formación de olores, irritación de  ojos y mucosas o generación de subproductos nocivos. Así como  la capacidad de mantener un residual de protección en el agua con  una concentración estable y la facilidad de su  medición.    |   
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